Mi filosofía de bienestar tiene sus raíces en el equilibrio.. Se refiere no sólo a la ausencia de enfermedad, sino también a la presencia de vitalidad. En mi opinión, el bienestar se trata de conectar y respetar tu cuerpo, permitiéndote crecer y transformarte en todos los aspectos de tu vida. Adopto un enfoque holístico del bienestar que incluye movimiento consciente, alimentación nutritiva y promoción del bienestar emocional. Comenzar mi día con una práctica de gratitud no es negociable. Al tomarse el tiempo para estar agradecido, incluso por las pequeñas cosas, comienza a experimentar una actitud más positiva que tiene un efecto dominó durante el resto de su vida.
La belleza del yoga es que no hay dos prácticas iguales. Mi práctica cambia, se desarrolla y crece constantemente; cada semana es diferente. Para mí es importante mantener mi práctica fresca, adoptar nuevas asanas y aprender de diferentes instructores. Vinyasa aumenta mi energía, mientras que el yin mejora la flexibilidad y la paz interior. En los días en que la motivación es baja, me recuerdo a mí mismo que incluso una práctica breve cuenta; incluso un estiramiento suave o una meditación rápida ayudarán a mantener la coherencia y generar impulso.
El yoga restaurativo es perfecto para los meses más fríos. En los meses más cálidos, me inclino por vinyasa más dinámico y prácticas al aire libre para sintonizarme con la energía de la naturaleza, pero en el invierno, nada supera al yin yoga, que incorpora posturas pasivas largas que permiten que la energía llegue a los tejidos conectivos profundos. En una clase de Yin, hay menos flujo excepto por la transición de una postura a otra, y puedes esperar mantener las posturas cerca del suelo por hasta cinco minutos.