La depresión y la ansiedad pueden acortar el tiempo entre los brotes de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) en algunas personas, afirman investigadores del Reino Unido.

Hace tiempo que se relacionan los trastornos mentales con la EII, incluidas la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Pero aún no se ha confirmado una relación firme de causa y efecto. Algunos califican el vínculo de controvertido.
Universidad de york
El equipo de investigación de la Universidad de York descubrió que siete de los 12 estudios publicados relacionaban la depresión y la ansiedad con los brotes de EII, pero cinco no lo hacían.
Lo atribuyeron a las incoherencias entre los estudios anteriores, como las diferencias en su duración, el número de personas incluidas, los métodos de selección y la forma de evaluar la ansiedad, la depresión y la gravedad de la EII.
A continuación, analizaron los datos de un estudio suizo de más de 2000 personas con EII realizado entre 2006 y 2015. Los participantes habían respondido a cuestionarios sobre cualquier síntoma de ansiedad o depresión, y los investigadores habían estimado la gravedad de su EII.
Un poco más de la mitad de los participantes tenía la enfermedad de Crohn, mientras que el resto tenía colitis ulcerosa o colitis indeterminada. La edad media del grupo era de poco más de 40 años, y alrededor del 48% eran hombres. En promedio, habían tenido síntomas de EII durante aproximadamente 7 años.
Al inicio del estudio, cerca del 20% de los participantes tenía depresión y casi el 38%, ansiedad. Las mujeres eran ligeramente más propensas a tener ansiedad que los hombres, pero las tasas de depresión eran similares entre ambos sexos.

Las personas con depresión o ansiedad sufrieron brotes de EII antes que las que no padecían estas afecciones psicológicas. La relación fue más fuerte en el caso de la depresión que en el de la ansiedad.
Conclusiones
El nuevo estudio no explica las razones médicas por las que los trastornos están relacionados, pero los investigadores afirman que las personas con depresión pueden ser menos propensas a seguir su plan de tratamiento de la EII.
Los resultados sugieren que los médicos deberían examinar a sus pacientes con EII en busca de trastornos mentales comunes y remitirlos a profesionales de la salud mental para su tratamiento si es necesario, afirman la doctora Antonina Mikocka-Walus y sus colegas de la Universidad de York.
El hallazgo puede tener importantes implicaciones para el manejo de la EII, escriben otros dos expertos -David Gracie, del Instituto de Gastroenterología de Leeds, del Hospital Universitario St. James, y Alexander Ford, del Instituto de Ciencias Biomédicas y Clínicas de Leeds, de la Universidad de Leeds- en una carta a la revista Clinical Gastroenterology and Hepatology, comentando el estudio.